Cuando estamos enfermos todos queremos que nos trate el mejor médico especialista en esa patología. Pero ¿realmente los especialistas son los mejores médicos para tratar patología común o banal? ¿Sabes que existe un especialista que puede englobar al paciente con todas sus afecciones, como un todo? Ese especialista es tu médico de familia.
Es decir que el médico después de su formación universitaria y tras licenciarse, se presentó al examen para obtención de una plaza de residente y continuó formándose durante 4 años más. Dicha formación la realizó tanto en el consultas de medicina de familia de centros de salud, como en urgencias hospitalarias y “rotando” por los servicios de un hospital.
Este Médico Interno Residente (eso significa MIR) se integra en los diferentes equipos, tanto de medicina primaria, urgencias o especialidades hospitalarias y trabaja junto a médicos adjuntos, jefes de equipo y residentes de la especialidad concreta del servicio en el que esté rotando. Esto se hace siempre bajo una estricta supervisión de los facultativos adjuntos al servicio, que corregirán, ayudarán y evaluaran al MIR hasta que finalice su formación y reciba su título de especialista en MFyC.
Al cabo de esos 4 años el especialista en MFyC ha recibido un barniz de muchas especialidades y disciplinas, adquiriendo una forma de percibir al paciente como un individuo enfermo y no como una patología. Con esto no quiero decir que los especialista de uno u otra disciplina no vean a los paciente como personas enfermas, sino que los especialistas en MFyC tenemos la visión global del paciente que se presenta por un nuevo proceso agudo pero que conocemos, porque hemos ido recogiendo a lo largo de su vida, toda su historia de diversas patologías de diferentes especialidades, y además sabemos de sus circunstancias familiares, laborales y sociales.
Tenemos la misión de integrar a ese individuo enfermo en un contexto dentro de la comunidad (social-laboral-familiar).
Por otra parte hemos de desterrar la idea de que pasar por el médico de familia es un mero trámite para acceder a los especialistas. Somos mucho más que prescriptores de volantes y recetas. Nuestra formación hospitalaria nos ha facultado para poder tratar patologías leves y comunes agudas como otitis, amigdalitis, esguinces… pero también otras más complejas como neumonías o bronquitis no complicadas, fracturas no complicadas, control de heridas quirúrgicas y de patologías crónicas como la hipertensión y la diabetes no complicadas, el hipotiroidismo o la hipercolesterolemia. La ansiedad, los duelos, el trastorno adaptativo…
Deberíamos consultar a nuestro “especialista de cabecera” para que sea él quien decida si nos puede tratar o es mejor derivarnos a otro profesional
No siempre lo mejor es que acudir al super-especialista, sino que quizás deberíamos consultar a nuestro “especialista de cabecera” para que sea él quien decida si nos puede tratar o es mejor derivarnos a otro profesional. Seguro que interpretará nuestros síntomas y nos derivará al especialista más oportuno en cada caso y además nos facilitará un informe o nota médica donde explicará a su colega especializado qué es lo que ha pasado, qué ha visto él y qué sospecha y en qué circunstancias y con qué antecedentes medico-quirúrgicos previos, ayudándole y dirigiéndole para que no empiece a estudiar el caso desde cero.